CASA DE LA FAMILIA VIDA Y MOVIMIENTO

Publicado el 02 Enero 2025

SC/CPDC/AR5-24

El Centro Cultural Ollin Yoliztli, recinto de formación artística de la Secretaría de Cultura de la Ciudad de México asemeja una imponente casa, no solo en dimensiones, sino por lo que sucede dentro de ella: familiaridad, convivencia, comunión, sensibilidad y talento de quienes la han hecho su hogar. Dentro de sus paredes se escuchan conciertos de música de cámara, persisten ecos de notas musicales, sonidos de instrumentos adquiriendo sentido con otros y, al mismo tiempo, se observan estéticos movimientos de danza, todo tras ensayos, cientos de ensayos, horas de repeticiones, una, otra y otra vez, como un proceso de aprendizaje y perfeccionamiento.

Ese espacio lo habita una comunidad numerosa que ha crecido por generaciones en los últimos 45 años; alumnas y alumnos, profesores, personal administrativo y directivos de diversas escuelas que se entrelazan en lo que, hasta 1979, fue el cine Pirámide IMAN, en Periférico Sur. Un muro de vidrio y aluminio es el acceso a la Sala Silvestre Revueltas, pero cada rincón dentro de todo el complejo tiene algo para contar.

Detrás de la piramidal fachada, el vestíbulo da la primera bienvenida al público, mientras sus puertas en los costados conducen a la magna sala de conciertos con mil 200 butacas. Su arquitectura sonora, remodelada en 2017, mejora la acústica con las presentaciones de las y los músicos de la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, quienes desde 1978 reciben ovaciones y aplausos durante sus galas los fines de semana.

Es en las entrañas del complejo donde inicia todo. Unas escaleras laterales apuntan al corazón de donde nace ese talento artístico, en el Corredor del Arte, el principal y amplio acceso, donde los cientos de estudiantes concurren en la amplia oferta educativa de la sede, desde la iniciación, con niñas y niños a partir de los 6 años de edad, jóvenes que se preparan en la media superior y superior y hasta egresados en las disciplinas de música, danza y artes circenses, junto con el Programa de Coros y Orquestas Juveniles de la Ciudad de México.

Lo ha sido así por casi la mitad de un siglo y sus planes que han crecido. Nacida junto con el recinto, la Escuela de Música “Vida y Movimiento” ofrece una licenciatura en concertista con 19 especialidades en distintos instrumentos, canto y dirección de orquesta. Para este ciclo escolar 2024-2025, son 59 estudiantes en el nivel medio superior y 94 en licenciatura.

Asimismo, la Escuela de Danza Contemporánea, creada en 1999, actualmente cuenta con 84 alumnos que cursan la licenciatura. Para la Escuela de Danza Clásica, compuesta por estudiantes de entre 10 a 21 años, son 21 en nivel elemental y 72 más que se forman como técnico profesional; la Escuela de Danza de la Ciudad de México, que por más de 80 años ha formado a bailarinas y bailarines en danza clásica, danza contemporánea y danza tradicional mexicana, cuenta hoy con 96 estudiantes, además del proyecto Danza Capital, surgido en 2012, para profesionalizar a los recién egresados.

Cuentan además con una certificación de las cinco licenciaturas en Artes Circenses de Cirko de Mente, que hoy tiene 40 estudiantes; y desde 1989, con el Programa de Orquestas Juveniles y Coros de la Ciudad de México “Fernando Lozano” en diversas alcaldías, alberga a 355 alumnos y 366 más, respectivamente; y aunque no cohabitan en el mismo recinto, en la Escuela de Música del Rock a la Palabra, creada en 2006 y con registro ante la SEP, tiene 155 estudiantes y la Escuela de Iniciación a la Música y a la Danza con 349 alumnos.

Finalmente, la Escuela de Mariachi en Garibaldi, ubicado dentro de la plaza más mexicana de país, con su educación media superior nacida en 2012 de donde se proyectan como Técnicos Profesionales en los instrumentos tradicionales de estas agrupaciones. Al día de hoy, estudian 72 alumnos. En total, son más de mil 700 estudiantes, más de mil 700 historias por compartir y muchas de ellas conectadas entre sí, con su naciente desarrollo profesional y con las instalaciones donde se han formado.

Sin divisiones aparentes, conviven ambos mundos, la música y la danza. La explanada central del Centro Cultural Ollin Yoliztli conecta todo, los amplios e iluminados pasillos, paredes blancas y escaleras que se insertan entre los muros para alcanzar un segundo nivel, y en cada espacio destinado a la enseñanza, a la práctica, cubículos con dobles puertas de madera y otros salones rojos donde reposan los instrumentos, piezas de madera y metal que toman vida musical cada vez que los tocan.

Solo unas paredes se encargan de mostrar el encanto fugaz del movimiento corporal a través de una pose, una expresión de la danza clásica y contemporánea captada por la lente de Ernesto Reynoso, en la pasarela alrededor del Foro Luis Fandiño, con las dimensiones profesionales como los grandes escenarios. En conjunto con otros dos salones que multiplican las imágenes por sus espejos completos en las paredes, sirve para demostraciones y ensayos de las escuelas de danza.

En el primer piso, otro sitio es sede de múltiples galas musicales: la Sala de Conciertos Hermilo Novelo con sus 170 butacas es escenario de conciertos con el techo de madera y una duela con una acústica ejemplar; o la sala Andrea Palma, con capacidad para 87 butacas. Pero todo ello quedaría en silencio si no es por los instrumentos que las componen. Hoy, más de 80 pianos y cientos más de cuerda, como arpas, chelos, violines, las percusiones como los timbales o de viento.

Es en los talleres donde las manos siguen dando vida a los instrumentos. En el Lauderio reposan las herramientas dispuestas en las mesas para permitir a otros seguirlos tocando. Y su Centro de Documentación y Sala de Consulta con miles de libros, revistas y videos para aprender de ellos ante la atenta mirada del busto de Bach.

“La comunidad del Centro Cultural es una familia porque hay alumnos que vi en su momento ahora y ya son directores. El maestro Tomás Gutiérrez es director de la Escuela de Música Vida y Movimiento, yo lo conocí de alumno. Es importante que vayamos teniendo la oportunidad de retribuir a lo que nos ha dado la institución, a mí me dio muchas cosas buenas y es un compromiso que tengo y, comparto con muchos compañeros, de regresar esas bondades”, dice Francisco Becerra, director Académico del Centro Cultural Ollin Yoliztli.

Él mismo estudió los 6 años de Danza Clásica, viendo la transición a agigantarse, ahora, con 33 años de experiencia dentro de diferentes cargos administrativas y académicas, ha logrado apreciar el nacimiento de varias escuelas y haciendo su labor para retribuir lo que le dio la institución.

Y es que la pedagogía del recinto es distintiva, es una oportunidad de alcanzar la profesionalización para impulsar a que los estudiantes tengan espacios para presentarse en grandes escenarios, como el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris tal como ocurrió para festejar su 45 aniversario, donde el público exigente pague un boleto para ir a apreciarlos y hace unos días, con clásico El Cascanueces con sus localidades agotadas.

Salones de clase, cubículos de ensayo, pasillos que recorrieron en su momento quienes ya son grandes batutas egresados de sus escuelas, como el director de orquesta y contratenor Iván López Reynoso, quien ha dirigido orquestas alrededor del mundo y Juan Carlos Lomónaco, director de orquesta con amplísimo recorrido internacional; José Alberto Caminos, contrabajista, y la timbalista Gabriela Jiménez, quienes siguen demostrando su talento con la Orquesta Filarmónica de la Ciudad de México, o Karla Valeria Leyva, pianista con apenas 18 años, pero que sus 12 fue admitida en una cátedra en el Ciclo Medio Superior de la Escuela Vida y Movimiento. Un sinfín de historias exitosas.

En lo colectivo, apenas en julio pasado, el primer lugar obtenido por egresados y egresadas de Danza Capital en la edición 28 del New Prague Dance Festival, en República Checa, con la coreografía Jardín de lirios de la profesora Cecilia Lugo, certamen en el que compitieron con escuelas representando a 20 países. Eso les bastó para presentarse en el The New Stage of the National Theather Nová Scéna de Praga y, en México, se pudo apreciar en el Teatro de la Ciudad.

La experiencia de los integrantes de la Orquesta Sinfónica Juvenil Ollin Yoliztli, perteneciente a la Escuela de Música Vida y Movimiento, hayan compartido su talento para interpretar la Novena Sinfonía de Beethoven en la Sala Silvestre Revueltas y en una estación de radio. O aquella ocasión en la que, en 2016, junto con un ensamble y coro de la Escuela de Música del Rock a la Palabra compartieron un concierto en el Zócalo con la artista japonesa Yoko Ono.

Inspiración, motivación, comunidad, ejemplo de casos de grandes músicos y directores de orquesta y otros más que siguen germinando en sus instalaciones. Todos, los pequeños que apenas se acercan a la música, los jóvenes estudiantes y egresados que persiguen sus sueños de figurar en las grandes compañías del mundo, los docentes nacionales y extranjeros que los perfeccionan, adultos mayores que siguen cantando en los coros, todos quienes hacen posible que este Centro Cultural sea la casa de una familia de vida y movimiento, su propia ollin yoliztli.

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