“¡TE IMAGINAS DAR UN CONCIERTO DE PIANO EN ESTE ESCENARIO!”

Publicado el 07 Abril 2025

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La tenue luz azul en el escenario del Teatro de la Ciudad Esperanza Iris de la Secretaría de Cultura local enmarca a Daniel Aspuru en el piano y, en una plataforma detrás de él, al cuarteto de cuerdas Polaris con la violonchelista Cristina Arista. Cada músico es iluminado por un haz de luz blanco mientras tocan música neoclásica con texturas electrónicas, sonidos digitales y procesamiento de audio en tiempo real, conjugadas con imágenes inmersivas y un sonido envolvente, en la tercera edición del Piano Day en México.

Entre las primeras filas de Luneta del recinto, Silvana, de 13 años, escuchaba atenta junto a su padre Javier Gómez, inmóviles, atrapados en esa sensación sonora y visual. Él la había invitado atraído por el piano y la motivación para que su hija siga aprendiendo a tocar este instrumento como lo ha hecho en estos tres años con el método Suzuki: aprendizaje auditivo y repetición. Esa conjunción era idónea para imaginar que, algún día, ella ofrezca un recital.

“Mi hija toca el piano, lo que quiero es darle más motivación para que siga en el mundo del piano y de la música. Este evento es interesante, no conocía este teatro, fue triple oportunidad: de conocer el teatro, al artista y motivar a mi hija a que siga en el ámbito de la música. Le hice el comentario hace rato: ‘¿Te imaginas estar en esa tarima dando concierto aquí en México e irte a otro país?’, me dice que ¡sería excelente!”, compartió sonriente Javier Gómez.

Como el resto de los espectadores, desde Galería, Anfiteatro y Palcos, nadie parpadeaba. Silvana y su papá apreciaban cada detalle en el escenario: iluminación, integración orgánica de piano con sonidos electrónicos y cuerdas para crear atmósferas, piezas envolventes que invitan a los asistentes a ir con los músicos en introspecciones, emociones, con sutiles armonías, desde los primeros acordes hasta los ecos que escapaban en las últimas notas.

“Escuchaba música clásica y empecé a desarrollar un gusto por querer tocar un instrumento y, lo que más quería era tocar piano, lo que siempre escuchaba. Un día le dije a mi papá si podía tomar clases de piano y desde ahí me ha gustado muchísimo, ver recitales, gente que toca. Me gustó mucho la idea de que mi papá me haya traído aquí a escuchar cómo tocan y ¡estuvo increíble! porque ¡sí me gustó, sí era lo que esperaba y me encantó mucho!”, dijo Silvana con la timidez propia de su pubertad.

Este sábado 5 de abril 2025 fue la fecha para celebrar al piano en el mundo, como desde 2015, por iniciativa del pianista alemán Nils Frahm, justo en el día 88 del año para evocar el mismo número de teclas de este elegante y versátil instrumento. Es la tercera experiencia sonora e inmersiva que dirige Daniel Aspuru en México, desde 2023 a la fecha, en diferentes recintos. Ahora era turno del más grande e imponente.

El piano Steinway & Sons y un equipo de procesamiento digital de sonidos al alcance de una tableta como una extensión de sí mismo, el músico deleitaba con sus propias piezas con el acompañamiento del cuarteto de cuerdas Polaris, integrados por Dann Salgado y Alicia Hernández en violines y Sam Salgado y Georgy Diorditsa en los violonchelos, y Cristina Arista, violonchelista invitada, todos vestidos de negro.

A las 19:15 horas comenzó el concierto con Orión, pieza que parece trasladar a un paseo estelar con sus sonidos cíclicos y el piano con notas profundas y armoniosas; seguido por Las últimas luces en el que, entre la penumbra, los violonchelos y violines tornaban el ambiente nostálgico, una melodía compuesta para despedirse de un ser amado y atravesar el duelo. El programa continuó con Ícaro seguida por Tránsito.

En Pasiva nostalgia se formó un diálogo iniciado con el balanceo suave de la mano derecha del pianista para marcar el tiempo de entrada de Cristina Arista e integrarse con su violonchelo al viaje audiovisual en el que ambos sumergieron al público en una experiencia sensorial, mientras que con Mictlán el piano solo se fundía tersa y delicadamente hasta el absoluto silencio. A cada pieza, un final con luces apagadas, un espacio a la introspección íntima, acallada por el aplauso de los presentes.

“La primera vez que me enfrenté a un piano tenía seis años y fue muy impresionante, me transformó la vida y sentí que tenía que estar junto al piano por siempre y así ha sido, el piano ha sido mi compañero de vida (...) considero que es una de las obras más grandes de la humanidad; si nos extinguiéramos y hubiera un museo de la humanidad, el piano sería el elemento central, es una máquina con tres siglos de ingeniería, refinamiento, todo con la finalidad de crear belleza y aquí estamos celebrándolo”, dijo Daniel Aspuru dirigiéndose al público a mitad del espectáculo.

A esas sutilizas, oscuridades y miradas entre músicos para articularse e integrarse llegaron Reflections, compuesta por el cuarteto de cuerdas Polaris, a la que se se unieron después Cyberpunk, Ánimas, Danzón con las imágenes de unas calaveras bailarinas, Solitón y Cabalgata de victoria del repertorio de Aspuru con la proyección del escenógrafo Phillip Amand como la suave marea, filamentos lumínicos, trazos infinitos, ondas cósmicas, nuevas dimensiones y la noche en una sombría ciudad bajo la calma lluvia.

Era el final del concierto, la presentación de cada músico y más ovaciones, agradecimientos al equipo, familia, a los involucrados en el espectáculo, sin embargo, los aplausos del público continuaron. Daniel Aspuru se llevó las manos al centro del pecho como gesto de agradecimiento por el cariño efusivo de los espectadores para terminar con Movimiento positivo con el saxofón como guía y regalar Antes de la partida como encore dejando en todos los espectadores una experiencia única.

Las luces en el teatro terminaron por encender lo que con aplausos iluminaba el público con euforia desbordada. Felicitaciones, nostalgias, umbrales sensoriales descubiertos, nuevos horizontes musicales explorados. Los músicos se tomaron entre los hombros para hacer una reverencia colectiva tras más de 90 minutos de música neoclásica.

Enfilados a la salida, los espectadores reflexionaron con la música y las imágenes proyectadas, con las más de 30 bocinas instaladas alrededor de teatro para crear un efecto cuadrafónico, una ingeniería de sonido y escenofonía de Gonzalo “Chacho” Peniche. Cada asistente una significación distinta, llevándose algo adentro de sí mismos.

“En algunas partes me recordaba a la música de Michael Nyman, y en la parte del saxofón a John Zorn. El cuarteto de cuerdas le da ese toque que suaviza, que ayuda a mezclar esa estridencia con la parte nostálgica. Diría que es música entre futurista, minimalista, porque tiene esos toques muy tenues, con las percusiones que el mismo Daniel Aspuru daba con las cuerdas del piano, los retoques, la música electrónica, el sampleo... en los visuales me remite a Duna de Denis Villeneuve y vi referencias a Tron: El Legado con paisajes como de Marte”, reflexionó el artista audiovisual e ilustrador Fabián Giles al finalizar el concierto.

Nadie quería irse. En la recepción del recinto teatral aguardaban decenas de asistentes que esperaban para tomarse fotos con Daniel Aspuru y los músicos. Era oportunidad de pedirles que estamparan su autógrafo en el disco adquirido y acercarse con palabras cálidas y sonrisas con las que admiraron la experiencia musical que acababan de vivir. No solo fue el público, esa energía se transmitió al propio compositor.

“¡Fue fantástico! siento que el público lo recibió muy bonito. Logramos el objetivo y se celebró al gran piano y fue todo un éxito. ¡El público fue increíble! muy cálido, potente, perceptivo... un público talentoso, como decía Miles Davis”, reconoció luego ser arropado en abrazos y conversaciones de apoyo por sus conocidos.

Silvana y su papá se marcharon a casa. Seguirán los ensayos, las prácticas y más conciertos que sirvan de inspiración. Las puertas del teatro se cerraron, aunque pudieran abrirse en un futuro para recibir un concierto en el que sean las manos de Silvana las que recorran las teclas, de estar frente a su propio público y ser ovacionada. Algún día ella podría ser protagonista, recuerde la conversación con su padre y se vea tocando sobre este gran escenario.

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